martes, 1 de abril de 2014

LOS QUE HONRAN LOS CAMINOS DE DIOS


Pasajes bíblico: Gn.24


I. ¿QUÉ SON LOS CAMINOS DE DIOS?
Es la forma en que Dios se relaciona con nosotros. Sus caminos indican lo que Él desea hacer; son las decisiones que Él toma con respecto a nosotros. Estos caminos son más altos que los nuestros (Is. 55:9) Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. 
El dispone las cosas según Su conocimiento, y no deja lugar para nuestra opinión. El trata a cada persona de una manera diferente. Sus caminos son lo que Él sabe que es mejor para nosotros y nos muestran que Él actúa según su deseo y determinación.
Muchos titubean ante el hecho de que sin una revelación de Dios es imposible aceptar Sus caminos. Nos preguntamos: “¿Por qué Dios amó a Jacob y no a Esaú?” Quizá nos parezca que Dios fue injusto con Esaú, y nos indignemos por la manera en que Esaú fue tratado. Tal vez pensemos que Esaú era un buen hombre que fue engañado en todo aspecto y que Jacob era el malo. No obstante, Dios dijo: “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (Ro. 9:13). Aún así traemos a colación nuestros argumentos al respecto. Quienes así razonan, no han visto a Dios. Aquellos que lo han visto, saben que El es Dios y, como tal, puede actuar como le plazca. El hace lo que lo satisface a El, pues es Dios. Nadie puede decirle cómo debe actuar. El no necesita consejeros ni asesores ni una junta de consejeros que le digan cómo actuar. El hace lo que le place. Estos son los caminos de Dios.
Los caminos de Dios son lo que El escoge, lo que desea hacer, y El desea actuar de una forma específica; desea relacionarse con nosotros de cierta manera. El quiere llevar a cabo un asunto en particular y no otro. El nos hace pasar por estas circunstancias y no por otras. A esto nos referimos cuando hablamos de los caminos de Dios.

II. UN VERDADERO HIJO DE DIOS NO SE LIMITA ADORARLO.  

Como dijimos anteriormente, cuando una persona recibe una revelación y se da cuenta de que Dios está muy por encima del hombre, lo único que puede hacer es postrarse y adorarle. Pero no debemos detenernos allí, porque esto es algo abstracto. Debemos decir inmediatamente: “Dios, te adoro, y honro lo que Tú haces”. Dios ha de conducir nuestro corazón al punto en que nos postremos en Su presencia y le digamos: “Ahora veo que no sólo te debo adorar, sino que también debo honrar lo que haces y lo que te agrada. Además debo aceptar lo que escoges. Debo adorarte por lo que has establecido para mí y por lo que te ha placido traer sobre mí y por lo que no quieres que busque”. Hermanos y hermanas, es fácil adorar a Dios mientras estamos reunidos, ya que no tenemos ningún precio que pagar. Pero permítanme decirles que la verdadera adoración proviene de conocer a Dios, y de recibir una revelación Suya. Doy gracias a Dios porque lo conozco; por lo tanto, me postro ante El, y le digo: “Todo lo que has hecho está bien. Tú nunca te equivocas”. Es así como aceptamos los caminos de Dios.
Aprendemos a caminar paso a paso. Asimismo si deseamos caminar delante de Dios, tendremos que aprender a aceptar Sus caminos y adorarle por ellos, no sólo porque El es Dios. Nuestro futuro espiritual depende de nuestra capacidad de adorar a Dios por Sus caminos. Así que, todos los que conocen a Dios deben ser llevados al punto en que puedan decir: “Adoro a Dios por Sus caminos. Acepto lo que El ha designado para mí. Honro todo lo que ha hecho en mí. Adoro a Dios por lo que a El le place hacer en mí. Adoro a Dios por aquello de lo que me despoja”.Un gran ejemplo de adoración al ser despojado de todo lo que Dios le habia dado encontramos en el siervo (Job 1:20:21)Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, 
 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. 
 Ni siquiera el ser despojado de sus hijos lo limito para adorar a Dios.Job si que nos deja un gran ejemplo de ser verdaderos  adoradores en espiritu y en verdad. Juan 4:23

III. ¿LE DAS GLORIA A DIOS EN EL CAMINO QUE TE MUESTRA?

Los caminos de Dios son lo que El quiere hacer en nosotros. Nuestro primer ejemplo se halla en Génesis 24. Recordemos la historia en que Abraham le dijo a su mayordomo: “Irás a mi tierra y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo Isaac” (v. 4).24:4 sino que irás a mi tierra y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo Isaac. 
 Esta fue una expedición formidable. Abraham vivía en Canaán. A fin de llegar a Mesopotamia debía cruzar el río Jordán, el río Eufrates y el desierto que estaba entre ellos. Era una tarea difícil ir a una tierra extraña y muy lejana y, como sirvo, convencer a una joven de que aceptara la propuesta de matrimonio de su amo. No obstante, Eliezer acudió a Dios. El confiaba en Dios, pese a que parecía estar viajando a los confines de la tierra para buscar a los parientes de Abraham y encontrar una doncella. Lo narrado en las Escrituras en cuanto a su viaje es realmente maravilloso. Dice que cuando llegó a Nacor, la ciudad de Abraham, oró así: “Oh Jehová, Dios de mi señor Abraham, dame, te ruego, el tener buen encuentro, y haz misericordia con mi señor Abraham. He aquí yo estoy junto a la fuente de agua, y las hijas de los varones de esta ciudad salen por agua. Sea, pues, que la doncella a quien yo dijere: Baja tu cántaro, te ruego, para que yo beba, y ella respondiere: Bebe, y también daré de beber a tus camellos; que sea ésta la que tú has destinado para tu siervo Isaac; y en esto conoceré que habrás hecho misericordia con mi señor” (vv. 12-14). Esta oración parecía difícil de responder. Pero no había terminado aún de orar, cuando Rebeca llegó al pozo.

Ya conocemos esta historia, y cómo todo sucedió conforme había pedido Eliezer, hasta el más mínimo detalle. ¿Qué habría sucedido si esta doncella no hubiese sido de la familia de Abraham? Como sabemos, la tipología usada aquí es la de Cristo y la iglesia; ambos de la misma familia. “Así el que santifica como los que son santificados, de uno son” (He. 2:11). Rebeca debía tener el mismo origen que Isaac. ¿Qué habría sucedido si ella hubiese sido de otro linaje, por ejemplo de Siria o de Babilonia? Por esto Eliezer le preguntó acerca de su parentela. Tan pronto descubrió que, en efecto, ella era de la familia de Abraham, se inclinó y adoró a Jehová (Gn. 24:23-27). ¿Podemos ver esto? Estos son los caminos de Dios. Si solamente aprendiéramos a reconocer al Señor en todos nuestros caminos como dice Proverbios 3:6, veríamos a Dios actuando. Si le pedimos que haga algo, y creemos confiadamente, entonces cuando las cosas sucedan según nuestra petición, adoraremos a Dios. De este modo no adoraremos a Dios simplemente por ser Dios, sino por lo que hace. Eliezer inmediatamente se inclinó y adoró al Señor, como si dijese: “Tú me has concedido gracia, así como has dado gracia a mi señor Abraham, pues me has guiado en el camino”.
Hermanos y hermanas, ¿comprendemos lo que significa adorar a Dios? Significa darle toda la gloria a El. Si todo sale bien después de que oramos y decimos que tuvimos suerte, que las circunstancias cambiaron a nuestro favor en el momento justo, o que nosotros mismos hicimos un buen trabajo, no damos gloria a Dios. Una persona que conoce a Dios, reconoce que no puede hacer otra cosa que inclinarse y adorar a Dios cuando ve que El actúa. El siervo de Abraham ni siquiera se detuvo para hablar con Rebeca. Lo primero que hizo fue adorar a Dios. No le dio vergüenza inclinarse instantáneamente; inclinó su cabeza y dijo: “Dios, te adoro”.

IV. ¿QUÉ ES LA ADORACIÓN?.

Adorar a Dios es dar gloria a El cuando hace lo que desea en nosotros. Dar gloria a Dios equivale a adorarle. ¿Queda esto claro? Debemos ver la relación que existe entre dar gloria y adorar. Darle la gloria a Dios significa adorarlo. La gloria que le damos a Dios no es otra cosa que adoración. Al inclinarnos delante de El le ofrecemos adoración. Adorar a Dios es inclinarnos ante El y decirle: “Me someto a Ti”. Las personas orgullosas no pueden adorar a Dios, porque cuando su camino es próspero, lo atribuyen a su propia habilidad o a la suerte. Dicen: “Qué inteligente fui al decir esto o aquello”. Piensan: “Tuve la suerte de encontrarme con tal persona”. Personas así jamás dan la gloria a Dios, pues no adoran a Dios. Un verdadero adorador de Dios le ofrece alabanzas y acciones de gracias por todo lo que ha hecho por él y todo lo que le sobreviene a lo largo del camino. Permítanme decir que muchas veces no podremos evitar arrodillarnos y darle gloria a Dios. Sólo diremos: “Dios, te adoro”.

Cuando el siervo de Abraham fue a la casa de Rebeca, explicó su misión a Labán, a Betuel y al resto de la familia de Rebeca, y les dijo que quería llevarse a Rebeca consigo en su viaje de regreso (Gn. 24:34-49). Después de que Labán y Betuel escucharon el relato, reconocieron la mano de Jehová y dejaron ir a Rebeca (vs. 50-51). Tal vez digamos que Eliezer tuvo mucha suerte o que él era muy astuto, y que por eso todo le salió bien. Si decimos tal cosa, demostramos que no conocemos a Dios ni lo hemos visto. Pero aquí vemos a una persona que conocía a Dios y había visto Sus hechos. El tenía una característica especial. Aun cuando su camino fue extraordinariamente próspero, no se alegró con aquellos que estaban con él ni les dio las gracias; simplemente se postró en tierra ante Jehová (v. 52). Esta es verdadera adoración.
Hermanos y hermanas, debemos aprender a reconocer los caminos de Dios. No se cómo compartirles esta verdad, pero sí quiero reiterar que necesitamos conocer dos asuntos. Tenemos dos opciones. Después de haber creído en el Señor, debemos aprender, por una parte, a conocer la voluntad y la obra de Dios, y por otra, a conocer Sus caminos y la forma en que se relaciona con nosotros. El viaje del siervo de Abraham fue muy próspero, pero tenía una característica especial: la reacción que tenía frente a todo lo que se le presentaba era adorar inmediatamente a Jehová.
Como ya dijimos, si realmente deseamos adorar a Dios, encontraremos vez tras vez que El nos da muchas oportunidades para hacerlo. Cuando este mayordomo llegó a las afueras de la ciudad, adoró a Dios, y volvió a hacerlo a la puerta de la casa de Labán. Después de entrar, adoró nuevamente. Cuando adoramos a Dios la primera vez, El nos dará una segunda oportunidad de adorarlo. El hará que lo adoremos con admiración inefable. Luego hará que las circunstancias nos lleven a no tener otra alternativa que adorarle. Muchas veces Dios nos dará un viaje próspero. En tales casos, debemos confesar que no es por nuestra propia mano ni por nuestra habilidad. No sucedieron las cosas porque tuviésemos mucha astucia, sino porque Jehová lo dispuso todo. Jehová nos condujo; por lo tanto, a Él debe dirigirse toda la gloria.

CONCLUSIÓN: Así como Dios le mostró el camino a Eliezer, también Él muestra a  todos aquellos que desean caminar por el verdadero camino....Juan. 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Para ser un  verdadero adorador de Dios necesitamos reconocer el camino y aceptar caminar por él.


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